Através del filtro de nuestra percepción es que interpretamos al mundo.
¿Cuántas veces cuestionamos lo que traducimos de la realidad en nuestras mentes? Casi nunca.
Normalmente creemos con toda lealtad las versiones que construimos sobre la realidad.
Nos contamos una historia y nos adueñamos de ella como si tuviéramos en las manos la
verdad absoluta y la sorpresa es que no hay nada que nos aleje más, justamente, de la
verdad.
Aunque habitemos la misma realidad, cada uno de nosotros hace una lectura del mundo
distinta y todos vemos lo que queremos ver. Es como si tuviéramos una neblina que
además de que no nos deja ver, nos refleja como el rayo láser sobre el humo aquello que
nuestras creencias configuran en el filtro de nuestra percepción. Hasta que despertamos y
somos capaces de observar en lugar de interpretar.
Si lo que tenemos en nuestro cúmulo de creencias es primordialmente sobre hostilidad y
violencia, eso veremos siempre en los demás y creeremos que el mundo es un lugar lleno
de violencia; entonces hasta un comentario bien intencionado nos parecerá hostil. Si lo que
predomina es la crítica a todo y a todos, aunque viviéramos la situación perfecta, siempre le
encontraremos defectos. Una persona problemática verá problemas hasta en lo pacífico,
alguien que tiene lo necesario para vivir y hasta más se puede sentir mísero y pobre o
viceversa, así que en lugar de vivir la realidad, vivimos nuestra propia película, que
normalmente es una pesadilla, la pesadilla generada por las manufacturas de nuestra
sombra o nuestra parte más herida.
Cuánto amor hemos rechazado por esto, no sólo de una persona, sino de una situación o
incluso de un paisaje o una escena sublime y lo hacemos porque de ello interpretamos lo
que somos capaces de ver. Entre más creencias negativas de la vida sostengamos, más
veremos nuestra película como una de horror.
Y, por el contrario, si aprendemos a limpiar nuestro filtro de percepción de cualesquiera
creencias limitantes y juicios, se nos revelará un mundo de bondad. Cuando somos capaces
de ver al mundo con ojos de amor, éste se convierte en otro lugar en el que nunca hubiéra
mos podido imaginar que existiera tanta belleza, ¿tendremos ojos para verlo o seguiremos
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